miércoles, 11 de enero de 2012

Poesía. EL Camino de Santiago I . Año 2003.



Cenando los filetes con Felisuco,2º por la derecha.

En esta poesía, fui protagonista y guionista de lo ocurrido, el poeta es: OILE-RUA.
Como hago siempre escribo las incidencias de cada etapa. En Rabanal del Camino coincidí con José "El murciano". después hasta Ponferrada, en una carnicería compramos dos hermosos filetes para cenarlos en el albergue con patatas fritas, acompañados de una buena botella de vino del Bierzo. 
(Poesía de OILE - RUA).

EL CAMINO DE SANTIAGO I. 


El Camino de Santiago.
une gente variopinta

al amparo de un buen trago,
aunque no de agua bendita.


Y para muestra un botón;
desde Reinosa Ramón,
indígena el mariquita
y un murciano retozón.

Y una japonesita
que por hábil deducción
se la supone nativa
del mismísimo Japón
o Imperio del Sol Naciente.

Todos juntos en unión
caminan penosamente
bajo el calor inclemente
de los montes de León.

Mas vayamos al suceso
que dió lugar a esta historia
que ya ultimaba su acceso
al Pórtico de la Gloria,
y pudo acabar en sexo,
si no falla mi memoria.

En Rabanal del Camino,
trás jornada fatigosa,
han unido su destino
el murciano peregrino
y Ramón el de Reinosa.


Y llegan a Ponferrada
acalorados y hambrientos;
“no están las tiendas cerradas
mercaremos alimentos”.

De vaca son los filetes
y tan hermosos que triscan,
se van corriendo al albergue,
se meten en la cocina
y se dicen sonrientes;
“hoy comeremos caliente
carne, con patatas fritas”.

Todo su gozo en un pozo,
como dice el refranero;
un encargado severo,
no les proporciona el gozo
de cocinar las viandas
porque, según el buen mozo,
se dispararía la alarma.

Con una triste ensalada
que castiga su epigastrio,
se retiran al camastr (i) o.
¡Qué noche tan alterada
soñando con los filetes!
¡Qué tristes los mozalbetes!
¡Qué hijoputa el de la alarma!


Y de nuevo a caminar
bajo el sol abrasador.
Y el almuerzo tentador
que se nos va a estropear.
“Lo tendremos que tirar,
¡que triste fin, vive Dios!”

Ya en Villafranca de Bierzo
sacan presto los filetes;
“ a ver si tenemos suerte
y nos fríen el almuerzo”.

Pero aquella hospitalera
los mira con prevención,
¿ A que son de “vaca loca”
los filetes en cuestión?

Mas nuestras cuitas terminan;
como un milagro divino
aparece en la cocina
él ángel del peregrino,
media en la conversación
e inspecciona los filetes.

Su sensible corazón
cede a la fascinación
de los guapos mozalbetes;
él es asaz maricón,
ellos jóvenes y alegres.

“Quizá si comen filetes
me gane yo un revolcón”
así piensa el maricón
cuando con autoridad,
pronuncia su veredicto:
“Están buenos jovencitos,
vamos todos a cenar”.

Pusiéronse los manteles,
aderezóse la cena,
y los famosos filetes
en el centro de la mesa
daban lujo a la pitanza
y regocijo a la peña. 

Por fin colmaron sus panzas
los hambrientos peregrinos,
entre arrumacos y chanzas,
chuscadas y chascarrillos
y algunos odres de vino
de la comarca de El Bierzo,
que siempre dan al almuerzo
un remate divertido. 

Allí estaba Felisuco,
con sus inquietantes manos,
también. José Luís y Rosa,
José Manuel, el murciano,
y Ramón el de Reinosa.


No tarda en aparecer
el avieso sodomita:
Mientras canta y se abanica
con voz de Concha Piquer
muestra más pluma el marica
que un pingüino bereber. 

“Una dalia cuidaba Sevilla
en el Parque de los Monparsié,
ataviada de blanca mantilla
parecía una rosa de té (…)

María de las Mercedes
No te vayas de Sevilla
Que el nardo trocar te puede
El color de tus mejillas (…). 

Y concluye la sesión;
obviando a las bellas mozas,
Felisuco, el maricón
sólo invita a su palloza
de cada casa al varón.

Los galanes, educados,
declinan la aviesa oferta,
por miedo a ser colocados
culo arriba y agachados
mirando para la Meca
y atrás un mariconazo
desatando su bragueta,
mientras musita extasiado:
“Que Mahoma sea loado,
por esta exquisita oferta”.
Reinosa, Octubre de 2.003.


Olie-Rua

Para Ramón, sus amigos peregrinos y Felisuco.
Afectuosamente.